El peligro del FN no ha desaparecido
NOTA RÁPIDA ANTE LOS INDICIOS DE RESULTADOS ELECTORALES EN FRANCIA.
Es un alivio que —según los sondeos— el partido fascista disfrazado, el Front National (FN), no haya ganado el control de ninguna región de Francia, pero la situación es muy, muy grave.
En la primera ronda electoral el domingo pasado, el FN obtuvo el 27,73% de los votos y ganó en seis regiones; fue el partido más votado.
Esta vez no ha logrado el control de las administraciones regionales; según parece, gracias a dos factores. Por un lado, ha habido una mayor participación, en comparación con la alta tasa de abstención de la primera ronda. Por el otro, el Partido Socialista ha retirado sus listas en algunas regiones clave y ha pedido el voto al partido de Sarkozy.
Es cierto que Sarkozy no es fascista, pero su actuación cuando estaba en el gobierno, con políticas muy racistas, ayudó al FN a crecer. La derecha “constitucional” no representa ninguna barrera al fascismo, ni mucho menos una alternativa. El fascismo no se puede derrotar mediante pactos electorales entre un partido socialista, cuya dirección aplica políticas autoritarias y racistas, y una derecha aún peor. La solución es otra.
La clave está en el rechazo al fascismo que aún existe en Francia. El aumento en la participación ante el temor a una victoria de Le Pen es una muestra de ello.
El reto es convertir este instinto popular en un movimiento. Aquí la izquierda organizada tiene una enorme responsabilidad.
Primero, debe romper con las ideas y las estrategias desastrosas que lleva aplicando desde principios de los años 80, cuando Jean Marie Le Pen recibía menos de 1% de los votos (el 0,2% en 1981). Casi toda la izquierda ha negado que el FN sea fascista, dejándose engañar por su estrategia consciente de disfrazarse. Ha insistido en que no hay que luchar contra el fascismo como tal, sino contra las condiciones que lo producen, contra el capitalismo. No han entendido que una izquierda consecuente debe saber hacer más de una cosa a la vez. Como partido, puede y debe presentar propuestas contra el capitalismo, apoyar luchas sindicales y sociales anticapitalistas. Pero ante la amenaza creciente del fascismo, debe saber impulsar luchas más amplias, que abarquen a más que la izquierda anticapitalista y al sector más combativo de la clase trabajadora.
Así que en segundo lugar, debe plantearse la construcción de alianzas amplias, conjuntamente con partidos y sindicatos reformistas, con la gente negra y la gente musulmana de los barrios marginados, contra los fascistas.
Esto a su vez implica que debe abandonar el rechazo a trabajar con organizaciones musulmanas que ha caracterizado a la izquierda francesa con pocas y honorables excepciones. Ante la avalancha de la islamofobia, con redadas policiales y encarcelaciones arbitrarias, anteponer un laicismo mal entendido al deber de solidarizarse con las víctimas de esta represión es simplemente inexcusable.
Nada de esto es nuevo. En Gran Bretaña, se aplica la lucha unitaria contra el fascismo de manera bastante continua desde los años 70. Por eso, el National Front británico, inspirador del partido de Le Pen, fue desmembrado en 1981. Lo mismo ha pasado con uno de los fragmentos resultantes, el British National Party. Los indicios son que UKIP (de la extrema derecha populista, no fascista) también está sintiendo los efectos de la campaña unitaria en su contra.
En Catalunya, tras 5 cinco años de actividad de Unitat Contra el Feixisme i el Racisme, empezando desde cero, se ha parado en seco al partido fascista, Plataforma per Catalunya, que se encuentra inmerso en una grave crisis con ninguna salida a la vista.
Las teorías que dictan otras estrategias no son más que teorías, sin resultados que las demuestren.
Lo positivo es que hay sectores de la izquierda y de los movimientos sociales en Francia que se plantean responder seriamente al reto. Un ejemplo es el gran acto que se celebró la noche del 11 de diciembre en Saint Denis, en las afueras de París, dentro del marco de la jornada internacional contra la islamofobia. Otro son las movilizaciones que se han llevado a cabo de manera esporádica contra el FN, con el objetivo de que fuesen unitarias.
Debemos apoyar a los y las compañeras que impulsan estas iniciativas. Pero con los sectores de la izquierda que simplemente repiten los mismos errores, una vez tras otra, hay que ser tajantes. Ni sectarismo ni pactos electorales con la derecha funcionan. La lucha unitaria sí. Hay mucho en juego.
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