Apuntes sobre el rompecabezas de Ucrania
1. La base del conflicto es una disputa entre oligarcas pro europeos y oligarcas pro rusos. La izquierda consecuente no puede apoyar a ninguna de estas dos facciones.
2. También están en juego los intereses de, por un lado, Rusia y por el otro, la Unión Europea y EEUU. La izquierda consecuente tampoco puede apoyar a ninguna de estas potencias imperialistas.
3. Dicho esto, gran parte de las personas que se enfrentaron a la brutal policía antidisturbios, Berkut, en Kiev y en otras ciudades, lucharon contra el gobierno de Yanukovich porque estaban hartas de la pobreza, la desigualdad, el gobierno autoritario, etc.
4. Aún así, el liderazgo de las protestas recayó cada vez más en manos de la derecha y la extrema derecha. La oposición parlamentaria estaba formada por tres partidos de derechas, uno de ellos el partido fascista trajeado, Svoboda. Los nazis descarados, aun siendo minoritarios, han jugado un papel clave en la plaza; además, expulsaron por la fuerza a los grupos de izquierdas.
5. Consecuentemente, los principales beneficiarios de la huida de Yanukovich han sido las fuerzas de derechas. Sobre todo, los fascistas han ganado influencia: Svoboda se ha llevado el puesto de Vice Primer Ministro y otros ministerios; las bandas nazis como Pravy Sektor, antes grupúsculos marginales, son vistos ahora como héroes por muchos opositores.
6. Dado que Euromaidan estaba muy lejos de expresar los intereses de la clase trabajadora es triste, pero poco sorprendente, que esta clase se encuentre dividida: gran parte de ella sigue a uno u otro sector de la oligarquía.
7. Rusia se aprovecha de la situación para intentar tomar el control de Crimea. Por el momento, no ha estallado una guerra abierta, pero no se puede negar que se trata de una intervención imperialista. Nadie de izquierdas debería justificar a Putin. Los verdugos de Chechenia no pueden presentarse como los defensores de las minorías nacionales en Ucrania. La intervención rusa sólo traerá más sufrimiento a la población y reforzará el nacionalismo de derechas dentro de Ucrania.
8. Por otro lado, el nuevo régimen en Kiev —que incluye a fascistas, subió al poder gracias a las bandas neonazis y, entre sus primeros actos, anuló una ley que reconocía las lenguas no ucranianas— no está en condiciones para denunciar la agresión rusa. Además, si el nacionalismo excluyente ucraniano no supo unir a toda la gente corriente del país durante las protestas, no hay motivo para pensar que sea capaz de hacerlo ahora.
9. Finalmente, la UE y EEUU hablan de tomar medidas contra Rusia. Antes deberían retirar sus tropas de Oriente Medio y África; deberían imponer sanciones a Israel por sus agresiones contra el pueblo palestino; deberían juzgar a Bush, Blair y Aznar… Dado que no lo hacen, sus condenas contra Rusia son pura hipocresía.
10. La izquierda internacionalista en Europa quizá tenga poca capacidad de incidir, pero al menos debemos saber de qué lado estamos, y ofrecerle nuestra solidaridad.
11. Deberíamos solidarizarnos, en primer lugar, con la gente trabajadora de Ucrania. Una parte de ella apoyó al Euromaidan, pero los fascistas se aprovecharon del movimiento y ahora forman parte de un gobierno que no ofrece ninguna solución a los problemas sociales del país. La sección de la clase trabajadora que se mantuvo alejada del movimiento ahora ve que Rusia intenta utilizarlos y, por supuesto, Putin tampoco resolverá sus problemas. La única solución es que dejen de apoyar a un u otro sector de los multimillonarios, y luchen por sus propios intereses como clase.
12. En esto, una izquierda internacionalista potente en Ucrania podría jugar un papel importante, pero ésta no existe. Sin embargo, sí hay pequeños grupos de izquierdas —anarquistas, marxistas…— que intentan plantear alternativas. Éstos se merecen todo nuestro apoyo y solidaridad. También debemos apoyar totalmente al incipiente movimiento antiguerra en Rusia; ellos, y no el autoritario y homófobo Putin, son nuestra contraparte en ese país.
13. En lo que se refiere a posibles movilizaciones en occidente contra la entrada de Rusia en Ucrania, hará falta mucha cautela. Aquí, no podemos movilizarnos contra la agresión rusa sin dejar claro que nos oponemos a la presencia de los fascistas en el gobierno ucraniano y que también nos oponemos a cualquier intervención extranjera, no sólo la rusa. Si no, estas protestas podrían actuar como una justificación del régimen de Kiev, y en el peor de los casos, como una coartada para una intervención occidental. Un elemento importante de la actitud de izquierdas aquí debe ser denunciar la colaboración de la UE y EEUU con los fascistas ucranianos. Por otro lado, sería hipócrita denunciar al fascismo en Kiev sin denunciar también a los fascistas que respaldan o incluso participan en la agresión rusa.
14. Todo lo ocurrido confirma la importancia de contar con una izquierda internacionalista fuerte, que se base en la democracia y el poder desde abajo, no en apoyar a uno u otro enemigo de la gente trabajadora. El viejo lema es más válido ahora que nunca: ¡Ni Washington ni Moscú, sino socialismo internacional!
2. También están en juego los intereses de, por un lado, Rusia y por el otro, la Unión Europea y EEUU. La izquierda consecuente tampoco puede apoyar a ninguna de estas potencias imperialistas.
3. Dicho esto, gran parte de las personas que se enfrentaron a la brutal policía antidisturbios, Berkut, en Kiev y en otras ciudades, lucharon contra el gobierno de Yanukovich porque estaban hartas de la pobreza, la desigualdad, el gobierno autoritario, etc.
4. Aún así, el liderazgo de las protestas recayó cada vez más en manos de la derecha y la extrema derecha. La oposición parlamentaria estaba formada por tres partidos de derechas, uno de ellos el partido fascista trajeado, Svoboda. Los nazis descarados, aun siendo minoritarios, han jugado un papel clave en la plaza; además, expulsaron por la fuerza a los grupos de izquierdas.
5. Consecuentemente, los principales beneficiarios de la huida de Yanukovich han sido las fuerzas de derechas. Sobre todo, los fascistas han ganado influencia: Svoboda se ha llevado el puesto de Vice Primer Ministro y otros ministerios; las bandas nazis como Pravy Sektor, antes grupúsculos marginales, son vistos ahora como héroes por muchos opositores.
6. Dado que Euromaidan estaba muy lejos de expresar los intereses de la clase trabajadora es triste, pero poco sorprendente, que esta clase se encuentre dividida: gran parte de ella sigue a uno u otro sector de la oligarquía.
7. Rusia se aprovecha de la situación para intentar tomar el control de Crimea. Por el momento, no ha estallado una guerra abierta, pero no se puede negar que se trata de una intervención imperialista. Nadie de izquierdas debería justificar a Putin. Los verdugos de Chechenia no pueden presentarse como los defensores de las minorías nacionales en Ucrania. La intervención rusa sólo traerá más sufrimiento a la población y reforzará el nacionalismo de derechas dentro de Ucrania.
8. Por otro lado, el nuevo régimen en Kiev —que incluye a fascistas, subió al poder gracias a las bandas neonazis y, entre sus primeros actos, anuló una ley que reconocía las lenguas no ucranianas— no está en condiciones para denunciar la agresión rusa. Además, si el nacionalismo excluyente ucraniano no supo unir a toda la gente corriente del país durante las protestas, no hay motivo para pensar que sea capaz de hacerlo ahora.
9. Finalmente, la UE y EEUU hablan de tomar medidas contra Rusia. Antes deberían retirar sus tropas de Oriente Medio y África; deberían imponer sanciones a Israel por sus agresiones contra el pueblo palestino; deberían juzgar a Bush, Blair y Aznar… Dado que no lo hacen, sus condenas contra Rusia son pura hipocresía.
10. La izquierda internacionalista en Europa quizá tenga poca capacidad de incidir, pero al menos debemos saber de qué lado estamos, y ofrecerle nuestra solidaridad.
11. Deberíamos solidarizarnos, en primer lugar, con la gente trabajadora de Ucrania. Una parte de ella apoyó al Euromaidan, pero los fascistas se aprovecharon del movimiento y ahora forman parte de un gobierno que no ofrece ninguna solución a los problemas sociales del país. La sección de la clase trabajadora que se mantuvo alejada del movimiento ahora ve que Rusia intenta utilizarlos y, por supuesto, Putin tampoco resolverá sus problemas. La única solución es que dejen de apoyar a un u otro sector de los multimillonarios, y luchen por sus propios intereses como clase.
12. En esto, una izquierda internacionalista potente en Ucrania podría jugar un papel importante, pero ésta no existe. Sin embargo, sí hay pequeños grupos de izquierdas —anarquistas, marxistas…— que intentan plantear alternativas. Éstos se merecen todo nuestro apoyo y solidaridad. También debemos apoyar totalmente al incipiente movimiento antiguerra en Rusia; ellos, y no el autoritario y homófobo Putin, son nuestra contraparte en ese país.
13. En lo que se refiere a posibles movilizaciones en occidente contra la entrada de Rusia en Ucrania, hará falta mucha cautela. Aquí, no podemos movilizarnos contra la agresión rusa sin dejar claro que nos oponemos a la presencia de los fascistas en el gobierno ucraniano y que también nos oponemos a cualquier intervención extranjera, no sólo la rusa. Si no, estas protestas podrían actuar como una justificación del régimen de Kiev, y en el peor de los casos, como una coartada para una intervención occidental. Un elemento importante de la actitud de izquierdas aquí debe ser denunciar la colaboración de la UE y EEUU con los fascistas ucranianos. Por otro lado, sería hipócrita denunciar al fascismo en Kiev sin denunciar también a los fascistas que respaldan o incluso participan en la agresión rusa.
14. Todo lo ocurrido confirma la importancia de contar con una izquierda internacionalista fuerte, que se base en la democracia y el poder desde abajo, no en apoyar a uno u otro enemigo de la gente trabajadora. El viejo lema es más válido ahora que nunca: ¡Ni Washington ni Moscú, sino socialismo internacional!
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