Barcelona: ciudad insostenible

El otro día, las noticias locales de Barcelona informaron de una nueva medida ecológica del ayuntamiento. Bien, se supone. Excepto que el reportaje anterior trataba del “Red Bull Air Race” que estos días ha llenado los cielos de Barcelona. ¿Alguien sabe cuánto dióxido de carbono, principal responsable del cambio climático, producen estas carreras aéreas, apoyadas por el consistorio?

Un paseo por el puerto de Barcelona revela otras paradojas, como el hotel Vela —donde la habitación más barata cuesta casi 300 euros— que se acaba de construir en primera línea de mar, contraviniendo la ley de costas.

O los cruceros, cuyo auge tanto celebra nuestro alcalde ecologista. Un crucero es un hotel construido sobre una enorme fábrica flotante de CO2.

Pero lo que más choca son los yates de los súperricos que amarran en Barcelona. Simbolizan no sólo la desigualdad social —incluyen el Mayan Queen IV, un barco de 92 metros, valorado en 100 millones de euros y dedicado al disfrute de un solo hombre, un multimillonario mexicano— sino también la destrucción medioambiental. Como denunció hace poco el periodista y ecologista británico, George Monbiot, el dueño de uno de estos yates hace más daño a la biósfera en 10 minutos que un africano de a pie en toda su vida.

Barcelona —la ciudad que a principios de noviembre acogerá una reunión internacional contra el cambio climático— es un parque temático de la insostenibilidad. Pero no se te ocurra tirar tu entrada al suelo al salir: ¡serás multado bajo la aplicación de las ordenanzas cívicas! Nuestro ayuntamiento se toma la ecología muy en serio.

Carta publicada (con recortes) en lavanguardia.es

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