Venezuela y algunos teóricos decoloniales


1. Hace poco aparecieron dos declaraciones en sentidos opuestos sobre Venezuela, ambas firmadas por figuras conocidas de la teoría decolonial. Primero llegó el “Llamado Internacional Urgente a Detener la Escalada de Violencia en Venezuela…” firmado por el destacado intelectual de la teoría decolonial, Boaventura de Sousa Santos, entre muchas otras personas. Más tarde apareció una respuesta, que lleva la firma del académico de la Universidad de Berkeley, California, Ramón Grosfoguel, con el apoyo de otros: “Respuesta a la izquierda despolarizada: Las 10 razones por las que a Venezuela nunca le ha hecho falta su solidaridad…

2. No soy para nada un experto en Venezuela y seguro que muchas cosas se me escapan. Intentaré limitarme a lo evidente y en todo caso sólo comentaré algunos aspectos que me llaman la atención: no pretendo hacer un análisis global de la situación en Venezuela.


3. Me parece que el texto firmado por De Sousa y compañía tiene razón al señalar la existencia de problemas con el gobierno de Maduro, ante el cual es totalmente válido levantar una oposición popular. Esta oposición existe, pero la derecha golpista no la representa. El contexto actual en América latina es uno de golpes de Estado, "blandos" o no, con efectos muy negativos sobre la gente pobre y trabajadora. Cómo combatir esta tendencia es una tarea clave en el continente pero la declaración no propone soluciones en este sentido; llama al diálogo, sin excluir a los sectores potencialmente golpistas.

De hecho, esta indefinición en la llamada no proviene del texto firmado por De Sousa, sino de una declaración anterior, firmada por activistas importantes de Venezuela que buscan una salida dialogada al conflicto.

En todo caso, se podría decir que tanto esta declaración anterior venezolana como el apoyo expresado en el llamado internacional posterior tienen buenas intenciones pero quizá pecan de ingenuidad.

4. En cambio, la “Respuesta” de Grosfoguel es simplemente deshonesta.

Por ejemplo, se denuncia que los firmantes del llamado “nunca se solidarizaron con el pueblo venezolano; No lo hicieron cuando el golpe de abril de 2002; No lo hicieron cuando el paro petrolero de diciembre 2002-enero 2003…” Desconocen o quieren ignorar el hecho de que lo haya firmado alguien como Roland Denis, que lleva años en las luchas sociales en Venezuela, dentro de la revolución… si bien siempre defendiendo su independencia política, criticando a veces al chavismo.

Como se ha comentado, el “Llamado” respalda una iniciativa venezolana promovida por un grupo que incluye a una tal “Olly Millán. Ministra de Economía Popular durante la gestión del presidente Chávez”; “Héctor Navarro… ministro de Educación y de Energía Eléctrica durante la gestión del presidente Hugo Chávez”...

Esto no hace que sean inmunes de toda crítica. Pero no se puede consentir que un académico basado en una universidad de California cuestione el derecho de tales personas a opinar sobre el destino de su propio país.

5. Los firmantes del llamado que son objeto de esta denuncia incluyen a De Sousa, frecuentemente alabado por Grosfoguel (a diferencia de otros intelectuales decoloniales a los que el académico de Berkeley ha criticado fuertemente), pero también a Catherine Walsh, especialista en temas de los movimientos indígenas y afrodescendientes, cuyos artículos Grosfoguel ha incluido en colecciones sobre teoría decolonial. Si tan insolidaria fuera esta persona (“nunca se solidarizaron con el pueblo venezolano…” etc), ¿cómo es posible que haya recomendado y publicado sus textos? ¿Es que esta falta de solidaridad no es obstáculo para ser intelectual decolonial?

6. Una impulsora de la iniciativa venezolana pro diálogo es una tal “Anais López. Socióloga- investigadora, miembro de la Plataforma contra el Arco Minero del Orinoco.” No sabía nada de esta plataforma pero resulta que impulsa una lucha muy parecida a la de Standing Rock en EEUU, una lucha con la que ha declarado su solidaridad. Se oponen a un proyecto de megaminería en Orinoco, por motivos ecológicos, y también por sus efectos nocivos para los pueblos indígenas.

Denuncian, más en general, “la ejecución de proyectos extractivistas sin ninguna clase de evaluaciones de impacto ni consulta previa a las comunidades cuyos modos de vida entran en contradicción con los intereses de ganancia máxima de las transnacionales causando graves perturbaciones ecológicas, destrucción de tejidos sociales y proyectos de vida; el despojo de comunidades campesinas, urbanas e indígenas; la privatización de bienes comunes; masacres y desplazamiento forzado de poblaciones, y pérdida de soberanía.” Hace pocas semanas la Plataforma contra el Arco Minero denunció el asesinato a manos de sicarios del líder indígena Freddy Menare. Si esto hubiera ocurrido bajo un gobierno típico de derechas, los movimientos de solidaridad con América latina (y, se supone, el conjunto del espacio “decolonial”) lo habrían denunciado fuertemente. No lo sé, pero me da la sensación que no ha sido así.

7. La respuesta denuncia que “su llamado a intervenir ‘como sea’ con más democracia y derechos humanos tiene el tufo de los proyectos civilizadores del siglo XXI”. Han inventado la cita, de hecho el argumento entero. La declaración lo dice claramente: “Desde nuestra óptica, la defensa en contra de toda injerencia extranjera debe basarse en más democracia, no en más autoritarismo.” ¿Dónde está el “llamado a intervenir ‘como sea’”? No está en el texto, es una acusación vacía del redactor de la respuesta.

8. La respuesta les dice que “sus diseños globales no le sirven a nuestras historias locales.” ¿“Nuestras historias locales”? Locales… ¿de California? No hay nada malo en opinar desde fuera, con respeto. Pero opinar desde fuera, criticando a gente de dentro del país, otorgándose una representatividad “local”, esto no puede ser.

Además, si queremos hablar de  “diseños globales” que “no le sirven a nuestras historias locales” podríamos hablar de la situación del pueblo sirio, donde medio millón de personas han muerto a manos de un régimen apoyado por el gobierno venezolano, y seguramente por varias personas que han firmado la respuesta.

9. En la lógica formal existe el principio de Reductio ad absurdum. Si a partir de una premisa se pueden deducir dos conclusiones mutuamente contradictorias, entonces la premisa es falsa.

Estas dos declaraciones sobre Venezuela —una firmada por De Sousa y la otra escrita por Grosfoguel—  constituyen un Reductio ad absurdum de la teoría decolonial como instrumento de intervención política. (Su valor como reflexión filosófica es otra cosa que se debe evaluar en otros términos.)

10. Quizá la clave del problema sea la ausencia en ambas declaraciones de una visión de clase.

Mike González, que conoce bien Venezuela, aclara que “El estado chavista ya no existe, más allá del nombre y la marca. Es netamente un estado capitalista defendiendo su derecho de desandar el camino de la transformación social y volver a integrarse en el mercado global.” Por tanto, el conflicto entre los dirigentes actuales del país y la oposición de derechas es un conflicto entre dos grupos burgueses. La declaración firmada por De Sousa aboga por el diálogo entre estos grupos. La respuesta de Grosfoguel y los demás respalda plenamente a uno de ellos. Pero en ningún caso adoptan una visión de clase, de respaldar a la gente pobre y trabajadora frente a la burguesía, sea cual sea la bandera que ésta agite. Como argumenta González: “La polarización en Venezuela hoy día no es entre chavistas y opositores, sino entre la alianza de los poderosos, los antiguos y nuevos burgueses, y un pueblo que hoy como nunca debemos apoyar…”.

El problema es que la visión decolonial margina la cuestión de clase social. Como mucho, incluye el “clasismo” como si fuera una forma más de discriminación; en algunas versiones incluso rechaza totalmente la categoría de clase, a favor de conceptos como “raza”.

Esta actitud puede ser en parte una reacción ante la manera mecánica en que algunos sectores presuntamente marxistas entienden la clase trabajadora —como únicamente hombres blancos y heterosexuales en trabajos manuales— pero es un grave error. En realidad, la clase trabajadora es casi tan diversa como la propia población mundial; es blanca pero también (mayoritariamente) negra; son hombres y también mujeres; incluye a heterosexuales pero también a gente gay, lesbiana, bisexual, trans…

La cuestión de clase es fundamental. Una empresaria millonaria que sea lesbiana y negra sufre diferentes tipos de opresión, pero a fin de cuentas el sistema la beneficia. Es decir, literalmente, le proporciona beneficios. No así un trabajador masculino, blanco y heterosexual; quizá tenga ideas retrógradas en diferentes temas, pero sus intereses reales lo pueden llevar a luchar contra el sistema que fomenta las opresiones, porque es el mismo sistema que lo explota a él. Miremos el magnífico ejemplo de la solidaridad que se forjó entre el sindicato minero y el movimiento LGTB en la huelga minera en Gran Bretaña en 1984-85, una experiencia recogida en la inspiradora película Pride.

11. Volviendo a la cuestión de Venezuela, no se puede tratar por igual a una lucha impulsada por gente trabajadora y a otra impulsada por la burguesía, ni en el sentido de pedir diálogo en ambos casos, ni exigiendo la represión estatal contra ambas movilizaciones. Igualmente, no se puede tratar de la misma manera a un grupo de gente pobre indígena que intenta proteger sus tierras ante proyectos extractivos respaldados por el Estado y a un grupo de ricos que intentan bloquear proyectos sociales, por ejemplo.

Se expresa una visión muy diferente, que parte de la división entre los de arriba y la gente de abajo, en la declaración de 2014, “La liberación de la mayoría vale más que los intereses geoestratégicos de la minoría”: “Defendemos el derecho de los pueblos de centro y sud América a elegir gobiernos que prometen más justicia social y que incomodan a EEUU. También defendemos el derecho de la clase trabajadora, y de los pueblos indígenas, a defender sus intereses ante estos mismos gobiernos.” (Esta declaración salió de una iniciativa más bien ideológica, Alliberament99, pero dio frutos prácticos en el espacio de solidaridad con la revolución siria, Tadamon.cat).

También existen voces en América latina que defienden principios parecidos, como parece ser el caso de Rolando Astarita, en un texto reciente, “Socialismo sobre montañas de cadáveres”, y otros muchos más.

12. El socialismo no se puede imponer desde un Estado capitalista, reprimiendo a la clase trabajadora. Ninguna revolución social puede ser pacífica, ni exenta de errores, cierto. Pero la clave de una revolución socialista es que quien lidera el proceso, quien comete los errores, es la propia gente trabajadora, mediante sus propios órganos de poder, no una burocracia —y su comparsa “intelectual”— que la intenta substituir.

Enlaces

Llamado Internacional Urgente a Detener la Escalada de Violencia en Venezuela:
https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/n309161.html

Iniciativa original venezolana:
https://www.aporrea.org/actualidad/n308976.html

Respuesta de Grosfoguel etc:
https://issuu.com/contraintervencion/docs/la_izquierda_despolarizada_del_mon_

Textos de Roland Denis:
https://www.aporrea.org/autores/roland.denis

Blog de Rolando Astarita:
https://rolandoastarita.blog

Postdata

Tengo que añadir esta denuncia contra Marea Socialista, el grupo de izquierdas que aparece en la foto arriba. Lo acabo de encontrar, pero se supone que de esto hay mucho más:

"...Marea Socialista. Se trata de un grupo político que dice oponerse tanto al presidente Nicolás Maduro como a la MUD [la derecha]. Una reedición del viejo truco de la derecha de presentarse como una fuerza de izquierda auténticamente democrática, no autoritaria y, ¡ojo!, no estalinista. El viejo truco de la “tercera vía”.

Los pueblos y los revolucionarios, sin embargo, tienen memoria. Y saben que cualquier movimiento político que se considere y se declare antiestalinista finalmente es un movimiento de derecha, proimperialista y antisocialista. ¿Hará falta recordar a Nikita S. Kuschov, Mijaíl Gorbachov, Boris Yeltsin y Mstislav Rostropóvich, entre otros? ¿Hará falta recordar que, en rigor, la perestroika comenzó en el Vigésimo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1956? ¿Y hará falta recordar más atrás en el tiempo a Trostsky y a Bujarin?

También son un buen ejemplo de políticas de derecha disfrazadas de izquierda, democráticas, antiautoritarias y antiestalinistas las revoluciones de colores de Europa del Este y las tristemente célebres “revoluciones” de la Primavera Árabe, tan celebradas y apoyadas por EU y por los gobiernos de los países imperialistas de Europa. Como ahora mismo en Venezuela con la MUD y con Marea Socialista, el lobo disfrazado de oveja.

Es muy claro que la MUD y Marea Socialista buscan lo mismo: derrocar a la revolución chavista para instalar regímenes de derecha y al servicio de la potencia neocolonialista estadounidense. Y que quieren hacer con Maduro lo que hicieron con Muammad Gadafi y pretenden hacer con el presidente Bashar al Assad. Y, de pasadita, llevar a Venezuela al infierno que hoy viven los pueblos de Libia y Siria.

Ahora mismo en Venezuela el mayor peligro para la revolución bolivariana no es tanto la MUD como Marea Socialista." 

Ya lo tenéis, oponerse a Maduro es como oponerse a Stalin.
Aparece en la web de la televisión estatal, Telesur: http://www.telesurtv.net/bloggers/Venezuela-la-MUD-y-Marea-Socialista-20170511-0004.html


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