La revolución rusa y el Islam
[Un extracto del libro Rusia 1917: La revolución rusa y su significado hoy, Ed. Tempestad 2007. Ejemplares disponibles de mí a 8 euros. ;-) ]
La actitud de la izquierda hacia el Islam y hacia los grupos islamistas debería formar parte del tema anterior, de la solidaridad frente a la opresión. Pero, dada la actual confusión entorno a la cuestión, vale la pena destacar las interesantes experiencias que tuvieron los revolucionarios rusos específicamente en este tema.[1]
Conocían la famosa cita de Marx, de que la religión es “el opio del pueblo”, pero también las palabras que la preceden: “es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu”.[2] O sea, que no se trataba de intentar arrancar de la gente oprimida su consuelo religioso, sino de luchar junto a ellos contra la opresión real.
La revolución de octubre hizo de la religión un asunto privado. Así, la iglesia ortodoxa perdió su poder sobre las cuestiones relativas a la familia y la educación, que pasaron a manos del Estado, igual que lo hicieron las riquezas eclesiásticas. Las demás religiones disfrutaron de una libertad inédita hasta ese momento. El Islam, la religión mayoritaria en Asia central, había sido duramente reprimido bajo el zarismo, como parte de la opresión nacional de los pueblos en esta región. Los bolcheviques decretaron el respeto hacia sus creencias y cultura. Se devolvieron objetos religiosos robados por los zares, y se declaró el viernes el día oficial de descanso en las regiones musulmanas.
Con políticas de este tipo, una mayoría de los movimientos musulmanes pasó a apoyar la revolución. En septiembre de 1920, delegados de toda Asia acudieron al Congreso de los Pueblos del Este, organizado por los bolcheviques en Bakú, Azerbaiyán. Su manifiesto final llamó a una “guerra santa contra el imperialismo”:
“A menudo habéis oído de vuestros gobiernos la llamada a la guerra santa; habéis marchado bajo la bandera verde del Profeta, pero estas guerras eran fraudulentas, sirviendo sólo los intereses de vuestros dirigentes… vosotros, los campesinos y trabajadores, seguisteis en la esclavitud y la pobreza tras estas guerras. Ahora os convocamos a la primera guerra santa de verdad… por la liberación de toda la humanidad del yugo de la esclavitud capitalista e imperialista, por el fin de todas las formas de opresión de un pueblo por otro y de todas las formas de explotación…”[3]
Muchas organizaciones islámicas, y tribus indígenas enteras, se aliaron con los bolcheviques en la guerra civil, contra los intentos de reimponer el zarismo. Algunos de los musulmanes se afiliaron al partido bolchevique, llegando a formar una parte importante de la militancia en Asia central.
Estas medidas sufrieron los efectos de la guerra civil y crisis económica posterior —simplemente no había dinero para las nuevas instituciones dirigidas a y por los musulmanes— pero los cambios fueron totalmente invertidos a partir de finales de los años 20. La creciente burocracia de Stalin empezó a utilizar el nacionalismo ruso como un aglutinante para su nuevo régimen, y a repudiar las diferencias nacionales y culturales. Un destacado objetivo en esta campaña fue el velo. Antes, los bolcheviques habían visto la obsesión contra el velo como una distracción de la lucha real por la independencia política y económica de las mujeres. Pero el 8 de marzo de 1927, Stalin inició una campaña pública que llamaba a las musulmanas a quitarse y a quemar sus velos. El resultado fue crear una situación en la que los burócratas chovinistas rusos se enfrentaron a una comunidad musulmana que cayó bajo el dominio de los imanes más derechistas.
Ni hace falta decir que en el mundo de hoy, cuando la islamofobia se ha convertido en el argumento principal para justificar las guerras y ocupaciones en Oriente Medio, es más necesaria que nunca expresar claramente la solidaridad con la gente musulmana. La poco conocida historia acerca de cómo se logró una lucha unitaria, durante la revolución rusa, debe servir de contrapeso a las cerradas ideas defendidas por demasiados sectores del movimiento altermundista.
[1] Donde no se cita otra fuente, en esta sección, la información proviene de Dave Crouch, “The bolsheviks and Islam”, en International Socialism Journal Nº 110, disponible en www.isj.org.uk.
[2] Karl Marx, “Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, 1844, disponible en inglés en www.marxists.org.
[3] Baku: Congress of the peoples of the East (actas del congreso), Londres, 1977, pág. 172.
La actitud de la izquierda hacia el Islam y hacia los grupos islamistas debería formar parte del tema anterior, de la solidaridad frente a la opresión. Pero, dada la actual confusión entorno a la cuestión, vale la pena destacar las interesantes experiencias que tuvieron los revolucionarios rusos específicamente en este tema.[1]
Conocían la famosa cita de Marx, de que la religión es “el opio del pueblo”, pero también las palabras que la preceden: “es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu”.[2] O sea, que no se trataba de intentar arrancar de la gente oprimida su consuelo religioso, sino de luchar junto a ellos contra la opresión real.
La revolución de octubre hizo de la religión un asunto privado. Así, la iglesia ortodoxa perdió su poder sobre las cuestiones relativas a la familia y la educación, que pasaron a manos del Estado, igual que lo hicieron las riquezas eclesiásticas. Las demás religiones disfrutaron de una libertad inédita hasta ese momento. El Islam, la religión mayoritaria en Asia central, había sido duramente reprimido bajo el zarismo, como parte de la opresión nacional de los pueblos en esta región. Los bolcheviques decretaron el respeto hacia sus creencias y cultura. Se devolvieron objetos religiosos robados por los zares, y se declaró el viernes el día oficial de descanso en las regiones musulmanas.
Con políticas de este tipo, una mayoría de los movimientos musulmanes pasó a apoyar la revolución. En septiembre de 1920, delegados de toda Asia acudieron al Congreso de los Pueblos del Este, organizado por los bolcheviques en Bakú, Azerbaiyán. Su manifiesto final llamó a una “guerra santa contra el imperialismo”:
“A menudo habéis oído de vuestros gobiernos la llamada a la guerra santa; habéis marchado bajo la bandera verde del Profeta, pero estas guerras eran fraudulentas, sirviendo sólo los intereses de vuestros dirigentes… vosotros, los campesinos y trabajadores, seguisteis en la esclavitud y la pobreza tras estas guerras. Ahora os convocamos a la primera guerra santa de verdad… por la liberación de toda la humanidad del yugo de la esclavitud capitalista e imperialista, por el fin de todas las formas de opresión de un pueblo por otro y de todas las formas de explotación…”[3]
Muchas organizaciones islámicas, y tribus indígenas enteras, se aliaron con los bolcheviques en la guerra civil, contra los intentos de reimponer el zarismo. Algunos de los musulmanes se afiliaron al partido bolchevique, llegando a formar una parte importante de la militancia en Asia central.
Estas medidas sufrieron los efectos de la guerra civil y crisis económica posterior —simplemente no había dinero para las nuevas instituciones dirigidas a y por los musulmanes— pero los cambios fueron totalmente invertidos a partir de finales de los años 20. La creciente burocracia de Stalin empezó a utilizar el nacionalismo ruso como un aglutinante para su nuevo régimen, y a repudiar las diferencias nacionales y culturales. Un destacado objetivo en esta campaña fue el velo. Antes, los bolcheviques habían visto la obsesión contra el velo como una distracción de la lucha real por la independencia política y económica de las mujeres. Pero el 8 de marzo de 1927, Stalin inició una campaña pública que llamaba a las musulmanas a quitarse y a quemar sus velos. El resultado fue crear una situación en la que los burócratas chovinistas rusos se enfrentaron a una comunidad musulmana que cayó bajo el dominio de los imanes más derechistas.
Ni hace falta decir que en el mundo de hoy, cuando la islamofobia se ha convertido en el argumento principal para justificar las guerras y ocupaciones en Oriente Medio, es más necesaria que nunca expresar claramente la solidaridad con la gente musulmana. La poco conocida historia acerca de cómo se logró una lucha unitaria, durante la revolución rusa, debe servir de contrapeso a las cerradas ideas defendidas por demasiados sectores del movimiento altermundista.
[1] Donde no se cita otra fuente, en esta sección, la información proviene de Dave Crouch, “The bolsheviks and Islam”, en International Socialism Journal Nº 110, disponible en www.isj.org.uk.
[2] Karl Marx, “Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, 1844, disponible en inglés en www.marxists.org.
[3] Baku: Congress of the peoples of the East (actas del congreso), Londres, 1977, pág. 172.
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