Crisis en Rusia: preguntas y respuestas
Artículo aparecido en En Lucha, Nº 33 octubre 1998
La situación actual en Rusia cambia cada día, pero no hay duda de que padece una crisis muy grave. Aquí van respuestas a algunas de las preguntas que han surgido.
Casi cualquier intento de resumirla es superado en pocos días. Mientras esto se escribe, el rublo se ha desplomado, junto con la bolsa rusa, alimentando así la crisis que se está extendiendo desde el sudeste asiático.
El poder político está en caos, incapaz de superar la hostilidad entre el Presidente Yeltsin, cada vez más impredecible, y el parlamento dominado por el Partido Comunista de Rusia. La sucesión de candidatos a primer ministro ha pasado por varios "reformadores" hasta llegar, por el momento, a Primakov, conocido como "conservador" que, hasta el momento, parece incapaz de formar un gabinete.
Lo que es más importante, la población rusa sufre la crisis en su propia carne, con el hundimiento de la economía, llevan meses sin cobrar sus salarios (o sus pensiones de miseria). El crimen organizado y las mafias se extienden por todas partes.
Un socialista de Moscú comentó: "Ves la pobreza crónica, el virtual colapso de la educación y del sistema sanitario, el padecimiento de la gente incapaz de proveer para sus hijos. A la vez, algunos han llegado a ser increíblemente ricos, y ostentan su dinero. Esto ha amargado muchísimo a la gente."
La causa más obvia se puede resumir en una palabra: el mercado.
El supuesto libre mercado, que iba a traer prosperidad y democracia a los países ex "comunistas", se ha revelado como un fraude. El hecho de liberalizar el mercado sólo produjo hiperinflación, cuando monopolios estatales se volvieron monopolios privados, y subieron sus precios para sacar más beneficios. La apertura a occidente dejó expuesta a una industria rusa incapaz de competir.
El Fondo Monetario Internacional, y otras agencias parecidas, demandó medidas de austeridad, con las recetas de siempre del "neoliberalismo", pero no cumplió con la ayuda prometida. Jeffrey Sachs, economista de Harvard, y asesor de tales agencias, recomendó en 1991 que se dieran 30 mil millones de dólares al año en concepto de ayuda al Este a través del FMI. En la práctica, la ayuda llega con cuentagotas, más al ritmo de las necesidades políticas de corto plazo que de cualquier consideración de reconstrucción económica.
Aquí es donde hace falta mirar más allá de las apariencias. En una situación así, es fácil, y peligroso, ver sólo los problemas actuales, y caer en una nostalgia del pasado. Y eso es exactamente lo que le ocurre a gran parte de la izquierda hoy en día.
Un comunicado de Izquierda Unida del 2 de septiembre de este año, declaró que "La caótica situación que atraviesa Rusia está causada directamente, y sin paliativos, por la desafortunada carrera hacia el neoliberalismo económico".
Más claro aún fue el discurso de Julio Anguita en la fiesta del PCE 1998, donde hizo una valoración netamente positiva de la experiencia de la URSS, concluyendo que "el hundimiento de la URSS ha sido un revés y una derrota para los pueblos que la componían..."
Aquí se podría decir mucho, pero basta con dos comentarios.
Primero, entre estos "pueblos" se encontraban los países bálticos, ocupados militarmente por la URSS en 1940, conforme al pacto entre Stalin y Hitler, que tras 50 años de lucha y represión por fin volvieron a lograr su independencia nacional, un derecho defendido en su día por Lenin.
Segundo, "la defensa de la URSS" no es una cosa abstracta, sino que tiene nombre: el intento de golpe de Estado de agosto de 1991. El éxito de éste hubiera significado el abolir los derechos democráticos ganados durante los años anteriores, pero el seguir con los ataques económicos -tal como ha hecho la clase dirigente de China- ahora sin el inconveniente de los sindicatos.
En lo que se refiere a la cuestión económica, la perspectiva del PCE e IU viene de no analizar el problema rigurosamente. Hay que reconocer que el FMI y compañía se han revelado como médicos farsantes, cuyas "curas" sólo empeoran la enfermedad.
Pero a la vez, hay que reconocer que había una grave enfermedad en la economía de la URSS, antes de la introducción del neoliberalismo, antes incluso de las reformas de Gorbachev.
En vez de buscar la explicación de la crisis en Rusia en las políticas equivocadas de "reforma", hay que destacar que fue la crisis la que impulsó a los dirigentes de la URSS a lanzarse a las mencionadas reformas.
En los años 80, varios economistas rusos mostraron que la economía se estaba quedando atrás respeto a occidente. Una economista calculó que entre 1966 y 1970, el crecimiento económico había sido del 7,5% al año, y que éste fue bajando hasta el 2,5% al año en los años 1981-85: según otras cifras, en este último período la economía soviética ya estaba en recesión, encogiéndose.
En otras palabras, la economía "soviética", como parte, aunque una parte algo especial, de la economía capitalista mundial, estaba sufriendo la misma crisis capitalista que el resto. Incluso se comentaba que con los años, cada rublo invertido daba cada vez menos beneficios -lo que Marx había descrito como "la tendencia a la baja de la tasa de ganancia" característica del capitalismo-.
De hecho, en el caso soviético, la crisis fue peor que en occidente, por varias razones. Primero, la URSS siempre fue más débil económicamente que los EEUU, pero la guerra fría le obligó a competir en términos iguales en cuanto a gastos armamentísticos.
Segundo, las economías occidentales habían respondido a la crisis con una creciente internacionalización de la producción, lo que daba más economías de escala. Las economías del bloque soviético, con la estatalización que había funcionado relativamente bien -para sus dirigentes, claro, no tanto para los internados en los campos de trabajo- en los 30 y hasta los 70, no eran capaces de maniobrar de la misma manera, sino que quedaban atrapadas en la producción a escala nacional.
Estos factores, además de la advertencia del movimiento obrero polaco, Solidarnosc, de lo que podía hacer la clase trabajadora en una crisis, llevaron a la burocracia rusa a apostar por el camino de "reformas" bajo Gorbachev.
Esto es lo que inspiró a V Kalashnikov, del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), a escribir lo siguiente en 1990: "El PCUS propone... el paso a una economía de mercado que permita estimular la actividad laboral y empresarial de la población..." (en Les Raons del Socialisme publicado por el Partit dels Comunistes de Catalunya 1991).
Que las reformas iban mucho más allá de lo que habían imaginado, no cabe duda.
Pero queda el hecho de que la crisis actual proviene, no de las fracasadas políticas de Yeltsin, sino del mismo sistema estalinista de capitalismo de Estado.
Con la caída del muro de Berlín, muchos de la izquierda empezaron a elogiar al mercado, como la solución a los problemas del este, olvidando lo que significaba, y sigue significando, para la clase trabajadora de los países occidentales.
Ahora que el mercado ha fracasado en el Este, recurren a una nostalgia por el viejo sistema. Es la misma idea de que con Franco no había tanto desempleo. Tiene parte de cierto, pero fue porque en los 60 hubo un boom económico mundial, y esto produjo el pleno empleo, y no una u otra dictadura.
La alternativa al fracaso del mercado no es el viejo sistema de control burocrático que fracasó antes. La alternativa real está en los trabajadores que lucharon como pudieron contra el estalinismo, y en los que ahora están luchando.
La crisis de Rusia no tiene solución para la gente corriente, si no es con la creación de una sociedad nueva y genuinamente socialista.
El Partido Comunista de España tiene mucho que criticar de su historia, su persecución de la izquierda durante la revolución de 1936 es tal vez el ejemplo más destacado. Pero nadie puede negar que en general ha representado un sector entregado y combativo del movimiento obrero.
Anguita, en el discurso antes mencionado, expresaba su "apoyo al Partido Comunista Ruso... todos los hombres y mujeres que se sienten llamados a luchar por un mundo mejor". Se podría suponer que se trata de algo parecido a lo que ocurre con el PCE, con todo lo bueno y lo malo, pero de hecho no es así.
El PCUS fue el partido único, no de la clase trabajadora, sino de la clase dirigente de la URSS. Claro que trabajadores leales al sistema podían entrar al partido, igual que bajo el franquismo podían estar en la Falange, o al igual que hoy, algunos trabajadores se dejan engañar por el PP. Pero los intereses representados por el PCUS fueron los de la burocracia dominante.
En la crisis de los 80, la burocracia empezó a dividirse. El hundimiento de la URSS llevó a este conflicto a expresarse en la disolución del partido. Los dirigentes de Rusia en general abandonaron el nombre de partido comunista para formar otros partidos, bloques y grupos políticos.
El Partido Comunista de Rusia (PCR) se basa en una capa de burócratas y oficiales medianos que perdieron muchos de sus privilegios con la caída de la URSS. Su política es nacionalista, nostálgica del período de Stalin. En este sentido se distingue de los partidos ex comunistas de Europa del Este, que por lo general se han reconstituido como partidos más o menos socialdemócratas.
El jefe del PCR, Guennadi Ziugánov "cree en el Estado ruso como imperio y... exalta la Iglesia ortodoxa rusa como factor de unidad y conservación del pueblo ruso" según informó El País.
Critican los efectos de la crisis, pero no tienen alternativa al mercado. Se oponen al capital extranjero, más que al capital en sí mismo.
Ziugánov se ha presentado en las elecciones como dirigente de las "Fuerzas Populares y Patrióticas", una formación donde caben monárquicos, representantes de la iglesia ortodoxa, antisemitas y admiradores abiertos de Pinochet.
La izquierda genuina no debe tener nada que ver con los que se relacionan con estos grupos.
Debido a la pesadilla del estalinismo, es muy difícil que las ideas de izquierda tengan audiencia, pero sí hay luchas espontáneas, que podrían ser la base para tales ideas.
Desde los mineros, a los maestros, ha habido huelgas, ocupaciones, manifestaciones, demandando cobrar sus salarios. En vez de intentar resumir, aquí hay unos comentarios recogidos por un socialista en Rusia.
Un minero en huelga decía en un mitin: "¿Cómo puedo explicar a mi hijo pequeño que hay dinero para la guerra en Chechenia, pero no para leche, o que voy a trabajar, y no me pagan...?" O sea, mientras casi todos los grupos políticos respaldaban la guerra contra Chechenia, muchos trabajadores, cuyos hijos tenían que luchar y morir, se opusieron.
"Tenemos que echarlos a todos, a todos los jefes. Bajo los comunistas siempre decían que los trabajadores y campesinos tenían el poder, pero esto estaba lejos de la verdad. Los trabajadores no tenían ningún poder y los campesinos no administraban la tierra. Fue sólo un lema, y así es hoy. Para que sea realidad, el campesino realmente debe controlar la tierra, el trabajador debe controlar su máquina, el poder debe realmente quedar en el pueblo, luego las cosas cambiarán.
"Muchos dicen: «¿Cómo puede la gente compartir el poder? Todos queremos hacer las cosas así o asá.» Pero aún así, seguramente es posible hacerlo mejor que el jefe que tan sólo hace lo que le conviene a él. La gente sí puede llegar a un acuerdo, porque la vida, al final, lleva a la gente a ver lo que es necesario para hacer algo o para vivir, y luego la rueda gira y muy rápidamente las cosas mejoran. Si sólo quitas una, dos, diez, veinte personas, nada cambia. Si tienes una gran cadena y quitas un eslabón y lo vuelves a juntar, nada cambia. Hay que desmantelarlo todo y tirarlo."
La situación actual en Rusia cambia cada día, pero no hay duda de que padece una crisis muy grave. Aquí van respuestas a algunas de las preguntas que han surgido.
¿Cuál es la crisis en Rusia?
Casi cualquier intento de resumirla es superado en pocos días. Mientras esto se escribe, el rublo se ha desplomado, junto con la bolsa rusa, alimentando así la crisis que se está extendiendo desde el sudeste asiático.
El poder político está en caos, incapaz de superar la hostilidad entre el Presidente Yeltsin, cada vez más impredecible, y el parlamento dominado por el Partido Comunista de Rusia. La sucesión de candidatos a primer ministro ha pasado por varios "reformadores" hasta llegar, por el momento, a Primakov, conocido como "conservador" que, hasta el momento, parece incapaz de formar un gabinete.
Lo que es más importante, la población rusa sufre la crisis en su propia carne, con el hundimiento de la economía, llevan meses sin cobrar sus salarios (o sus pensiones de miseria). El crimen organizado y las mafias se extienden por todas partes.
Un socialista de Moscú comentó: "Ves la pobreza crónica, el virtual colapso de la educación y del sistema sanitario, el padecimiento de la gente incapaz de proveer para sus hijos. A la vez, algunos han llegado a ser increíblemente ricos, y ostentan su dinero. Esto ha amargado muchísimo a la gente."
¿A qué se deben los problemas?
La causa más obvia se puede resumir en una palabra: el mercado.
El supuesto libre mercado, que iba a traer prosperidad y democracia a los países ex "comunistas", se ha revelado como un fraude. El hecho de liberalizar el mercado sólo produjo hiperinflación, cuando monopolios estatales se volvieron monopolios privados, y subieron sus precios para sacar más beneficios. La apertura a occidente dejó expuesta a una industria rusa incapaz de competir.
El Fondo Monetario Internacional, y otras agencias parecidas, demandó medidas de austeridad, con las recetas de siempre del "neoliberalismo", pero no cumplió con la ayuda prometida. Jeffrey Sachs, economista de Harvard, y asesor de tales agencias, recomendó en 1991 que se dieran 30 mil millones de dólares al año en concepto de ayuda al Este a través del FMI. En la práctica, la ayuda llega con cuentagotas, más al ritmo de las necesidades políticas de corto plazo que de cualquier consideración de reconstrucción económica.
¿Se estuvo mejor con la URSS?
Aquí es donde hace falta mirar más allá de las apariencias. En una situación así, es fácil, y peligroso, ver sólo los problemas actuales, y caer en una nostalgia del pasado. Y eso es exactamente lo que le ocurre a gran parte de la izquierda hoy en día.
Un comunicado de Izquierda Unida del 2 de septiembre de este año, declaró que "La caótica situación que atraviesa Rusia está causada directamente, y sin paliativos, por la desafortunada carrera hacia el neoliberalismo económico".
Más claro aún fue el discurso de Julio Anguita en la fiesta del PCE 1998, donde hizo una valoración netamente positiva de la experiencia de la URSS, concluyendo que "el hundimiento de la URSS ha sido un revés y una derrota para los pueblos que la componían..."
Aquí se podría decir mucho, pero basta con dos comentarios.
Primero, entre estos "pueblos" se encontraban los países bálticos, ocupados militarmente por la URSS en 1940, conforme al pacto entre Stalin y Hitler, que tras 50 años de lucha y represión por fin volvieron a lograr su independencia nacional, un derecho defendido en su día por Lenin.
Segundo, "la defensa de la URSS" no es una cosa abstracta, sino que tiene nombre: el intento de golpe de Estado de agosto de 1991. El éxito de éste hubiera significado el abolir los derechos democráticos ganados durante los años anteriores, pero el seguir con los ataques económicos -tal como ha hecho la clase dirigente de China- ahora sin el inconveniente de los sindicatos.
En lo que se refiere a la cuestión económica, la perspectiva del PCE e IU viene de no analizar el problema rigurosamente. Hay que reconocer que el FMI y compañía se han revelado como médicos farsantes, cuyas "curas" sólo empeoran la enfermedad.
Pero a la vez, hay que reconocer que había una grave enfermedad en la economía de la URSS, antes de la introducción del neoliberalismo, antes incluso de las reformas de Gorbachev.
¿Cuáles son las raíces reales de la crisis?
En vez de buscar la explicación de la crisis en Rusia en las políticas equivocadas de "reforma", hay que destacar que fue la crisis la que impulsó a los dirigentes de la URSS a lanzarse a las mencionadas reformas.
En los años 80, varios economistas rusos mostraron que la economía se estaba quedando atrás respeto a occidente. Una economista calculó que entre 1966 y 1970, el crecimiento económico había sido del 7,5% al año, y que éste fue bajando hasta el 2,5% al año en los años 1981-85: según otras cifras, en este último período la economía soviética ya estaba en recesión, encogiéndose.
En otras palabras, la economía "soviética", como parte, aunque una parte algo especial, de la economía capitalista mundial, estaba sufriendo la misma crisis capitalista que el resto. Incluso se comentaba que con los años, cada rublo invertido daba cada vez menos beneficios -lo que Marx había descrito como "la tendencia a la baja de la tasa de ganancia" característica del capitalismo-.
De hecho, en el caso soviético, la crisis fue peor que en occidente, por varias razones. Primero, la URSS siempre fue más débil económicamente que los EEUU, pero la guerra fría le obligó a competir en términos iguales en cuanto a gastos armamentísticos.
Segundo, las economías occidentales habían respondido a la crisis con una creciente internacionalización de la producción, lo que daba más economías de escala. Las economías del bloque soviético, con la estatalización que había funcionado relativamente bien -para sus dirigentes, claro, no tanto para los internados en los campos de trabajo- en los 30 y hasta los 70, no eran capaces de maniobrar de la misma manera, sino que quedaban atrapadas en la producción a escala nacional.
Estos factores, además de la advertencia del movimiento obrero polaco, Solidarnosc, de lo que podía hacer la clase trabajadora en una crisis, llevaron a la burocracia rusa a apostar por el camino de "reformas" bajo Gorbachev.
Esto es lo que inspiró a V Kalashnikov, del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), a escribir lo siguiente en 1990: "El PCUS propone... el paso a una economía de mercado que permita estimular la actividad laboral y empresarial de la población..." (en Les Raons del Socialisme publicado por el Partit dels Comunistes de Catalunya 1991).
Que las reformas iban mucho más allá de lo que habían imaginado, no cabe duda.
Pero queda el hecho de que la crisis actual proviene, no de las fracasadas políticas de Yeltsin, sino del mismo sistema estalinista de capitalismo de Estado.
Con la caída del muro de Berlín, muchos de la izquierda empezaron a elogiar al mercado, como la solución a los problemas del este, olvidando lo que significaba, y sigue significando, para la clase trabajadora de los países occidentales.
Ahora que el mercado ha fracasado en el Este, recurren a una nostalgia por el viejo sistema. Es la misma idea de que con Franco no había tanto desempleo. Tiene parte de cierto, pero fue porque en los 60 hubo un boom económico mundial, y esto produjo el pleno empleo, y no una u otra dictadura.
La alternativa al fracaso del mercado no es el viejo sistema de control burocrático que fracasó antes. La alternativa real está en los trabajadores que lucharon como pudieron contra el estalinismo, y en los que ahora están luchando.
La crisis de Rusia no tiene solución para la gente corriente, si no es con la creación de una sociedad nueva y genuinamente socialista.
¿Es el Partido Comunista Ruso una alternativa?
El Partido Comunista de España tiene mucho que criticar de su historia, su persecución de la izquierda durante la revolución de 1936 es tal vez el ejemplo más destacado. Pero nadie puede negar que en general ha representado un sector entregado y combativo del movimiento obrero.
Anguita, en el discurso antes mencionado, expresaba su "apoyo al Partido Comunista Ruso... todos los hombres y mujeres que se sienten llamados a luchar por un mundo mejor". Se podría suponer que se trata de algo parecido a lo que ocurre con el PCE, con todo lo bueno y lo malo, pero de hecho no es así.
El PCUS fue el partido único, no de la clase trabajadora, sino de la clase dirigente de la URSS. Claro que trabajadores leales al sistema podían entrar al partido, igual que bajo el franquismo podían estar en la Falange, o al igual que hoy, algunos trabajadores se dejan engañar por el PP. Pero los intereses representados por el PCUS fueron los de la burocracia dominante.
En la crisis de los 80, la burocracia empezó a dividirse. El hundimiento de la URSS llevó a este conflicto a expresarse en la disolución del partido. Los dirigentes de Rusia en general abandonaron el nombre de partido comunista para formar otros partidos, bloques y grupos políticos.
El Partido Comunista de Rusia (PCR) se basa en una capa de burócratas y oficiales medianos que perdieron muchos de sus privilegios con la caída de la URSS. Su política es nacionalista, nostálgica del período de Stalin. En este sentido se distingue de los partidos ex comunistas de Europa del Este, que por lo general se han reconstituido como partidos más o menos socialdemócratas.
El jefe del PCR, Guennadi Ziugánov "cree en el Estado ruso como imperio y... exalta la Iglesia ortodoxa rusa como factor de unidad y conservación del pueblo ruso" según informó El País.
Critican los efectos de la crisis, pero no tienen alternativa al mercado. Se oponen al capital extranjero, más que al capital en sí mismo.
Ziugánov se ha presentado en las elecciones como dirigente de las "Fuerzas Populares y Patrióticas", una formación donde caben monárquicos, representantes de la iglesia ortodoxa, antisemitas y admiradores abiertos de Pinochet.
La izquierda genuina no debe tener nada que ver con los que se relacionan con estos grupos.
¿Existe una alternativa desde abajo?
Debido a la pesadilla del estalinismo, es muy difícil que las ideas de izquierda tengan audiencia, pero sí hay luchas espontáneas, que podrían ser la base para tales ideas.
Desde los mineros, a los maestros, ha habido huelgas, ocupaciones, manifestaciones, demandando cobrar sus salarios. En vez de intentar resumir, aquí hay unos comentarios recogidos por un socialista en Rusia.
Un minero en huelga decía en un mitin: "¿Cómo puedo explicar a mi hijo pequeño que hay dinero para la guerra en Chechenia, pero no para leche, o que voy a trabajar, y no me pagan...?" O sea, mientras casi todos los grupos políticos respaldaban la guerra contra Chechenia, muchos trabajadores, cuyos hijos tenían que luchar y morir, se opusieron.
"Tenemos que echarlos a todos, a todos los jefes. Bajo los comunistas siempre decían que los trabajadores y campesinos tenían el poder, pero esto estaba lejos de la verdad. Los trabajadores no tenían ningún poder y los campesinos no administraban la tierra. Fue sólo un lema, y así es hoy. Para que sea realidad, el campesino realmente debe controlar la tierra, el trabajador debe controlar su máquina, el poder debe realmente quedar en el pueblo, luego las cosas cambiarán.
"Muchos dicen: «¿Cómo puede la gente compartir el poder? Todos queremos hacer las cosas así o asá.» Pero aún así, seguramente es posible hacerlo mejor que el jefe que tan sólo hace lo que le conviene a él. La gente sí puede llegar a un acuerdo, porque la vida, al final, lleva a la gente a ver lo que es necesario para hacer algo o para vivir, y luego la rueda gira y muy rápidamente las cosas mejoran. Si sólo quitas una, dos, diez, veinte personas, nada cambia. Si tienes una gran cadena y quitas un eslabón y lo vuelves a juntar, nada cambia. Hay que desmantelarlo todo y tirarlo."
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