Vengan con trajes o con barras de hierro… Paremos el fascismo


Artículo publicado en En lucha, mayo de 2012.

El casi 18% del voto logrado por Marine Le Pen, candidata a las presidenciales francesas del Frente Nacional, es una muestra más de que el fascismo sigue siendo una amenaza en Europa.

En el Estado español los fascistas sólo pueden soñar con un resultado así. El dirigente fascista con más posibilidades electorales, Josep Anglada, con su ‘Plataforma per Catalunya’ (PxC), ha sufrido dos importantes fracasos: en 2010 se quedó fuera del parlamento catalán, y en 2011 no logró su anhelado escaño en el Congreso, bajando en votos tras una fuerte campaña del movimiento unitario contra la extrema derecha, Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR).

Ahora ese ciclo electoral ha terminado, pero no así la amenaza fascista.
Quizá como reacción ante sus fracasos, quizá porque ahora les preocupa aún menos su imagen pública, los grupos fascistas están protagonizando cada vez más actos agresivos. Durante los últimos meses, ha habido ataques nazis serios, que han dejado a varias personas inconscientes y a otras graves. Por ejemplo: Toledo, el 18 de febrero; la Complutense de Madrid, el 9 de marzo; Barcelona, el 20 de marzo; Manresa, el 23 de marzo; Toledo otra vez a principios de abril; Granada, el 3 de abril…

Estas agresiones forman parte de una trama fascista, que incluye a candidaturas electorales —la mayoría de ellas con poco éxito—, ‘centros sociales’ fascistas, blogs nazis… El abanico es muy heterogéneo.

Algunos sectores se confiesan nazis, o ‘nacional revolucionarios’; otros fingen ser demócratas. Algunos son abiertamente racistas; otros dicen que son ‘identitarios’ (no olvidemos que Anders Breivik también niega ser racista, presentándose como ‘identitario’ nada menos que 150 veces en su manifiesto; la distinción les sirvió de poco a los más de 70 jóvenes que asesinó). Algunos promueven la islamofobia y dicen ser amigos del Estado israelí; otros son fieles al antisemitismo de Hitler y hasta se declaran defensores del pueblo palestino. Y finalmente, algunos se dedican más a la política electoral, buscando crecer mediante los votos; otros intentan extenderse a través de la acción directa, pegando carteles —y pegando a jóvenes de izquierdas o inmigrantes— en la calle.

El crecimiento actual de esta última tendencia es muy preocupante, pero es esencial ver que —a pesar de sus aparentes contradicciones ideológicas, o de sus frecuentes negaciones de estar relacionadas— estas corrientes se mezclan y se refuerzan mutuamente.

Josep Anglada, por ejemplo —concejal en Vic y líder de un  partido que dice ser demócrata— mientras regresaba a su casa, borracho, tras la fiesta de su partido el pasado 22 de abril, atacó a puñetazos a un joven de origen magrebí, rompiéndole la nariz, e hirió a otro. Ésta se suma a la larga lista de agresiones racistas y fascistas que han protagonizado dirigentes de PxC, especialmente el propio Anglada.

Han aparecido en el Estado español varios ‘centros sociales’ que intentan imitar Casa Pound de Italia, con una pequeña diferencia. Mientras Casa Pound confiesa abiertamente su fascismo, las copias peninsulares — como Proyecto Impulso en Castelló, o Casal Tramuntana (más conocido como el CS Nazi) en el barrio del Clot, en Barcelona— dicen ser inocentes proyectos sociales. Sin embargo, las negaciones de su relación con la extrema derecha las difunden… en páginas web que lucen, sin complejos, simbología nazi.

El local del Clot, además, está impulsado por un concejal de PxC en L’Hospitalet, Alberto Sánchez. El responsable de relaciones internacionales de PxC, Enrique Ravello —tachado de “filonazi” incluso por un colaborador de Intereconomía— tenía que hablar al lado de dos fascistas italianos de Casa Pound en el acto inaugural del local barcelonés.

El hecho de que no lo iban a tener fácil en Barcelona se vio cuando ese acto tuvo que anularse, ante la gran oposición que se levantó, antes incluso de saber su localización.

Cuando trascendió que el centro nazi estaba en el barrio obrero del Clot, el núcleo local de UCFR se convirtió en un amplio y gran movimiento, para exigir el cierre del centro nazi.

Su campaña #ClotSenseNazis (Clot sin nazis), incluye a asociaciones vecinales y grupos de escoltas, la izquierda institucional y activistas de 15M… Ha superado con creces el modelo de antifascismo que se autolimita a la izquierda radical, y que a menudo se centra en el combate físico con los fascistas. En el pasado, quizá, no hubo otra alternativa.

Ahora, las y los vecinos del Clot demuestran que es posible levantar un barrio entero contra los nazis, en un rechazo tan amplio que tarde o temprano no tendrán otra opción que irse. Y hasta entonces, sus sueños de captar a jóvenes para el fascismo mediante latas de cerveza e ‘inocentes’ juegos de futbolín no se van a cumplir.

La campaña en este barrio barcelonés debe inspirar a activistas del resto del Estado español a impulsar, allá donde haga falta, una oposición amplia y unitaria contra la extrema derecha, ya venga con traje o con barra de hierro.

Más información: www.unitatcontraelfeixisme.org


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