20N: argumentos para la reflexión


Guía breve para votantes de derechas y de izquierdas

Acabo de escribir estas notas, demasiado largas, espero que sirvan para reflexionar. Adelanto las conclusiones, para la gente que tenga prisa: “Si eres fascista y te gusta que te roben, vota a PxC. Si no, no lo hagas. Si te encanta el sistema actual, con los recortes y los miles de millones de euros para la banca, vota por alguno de los partidos que impulsan estas políticas. Si quieres cambios dentro del sistema, vota a IU/ICV. Si quieres luchar por otra sociedad, acabando con el capitalismo, te toca votar a Anticapitalistas. Esto es para el 20N, en las urnas. Y el 21N, juntas y juntos, en la calle.”

No tengo voto en las elecciones legislativas: tengo pasaporte europeo, pero no español. Sin embargo, reflexionar es gratis, así que voy a reflexionar.


Tengo amistades en al menos dos de las candidaturas, gente con quien colaboro en las luchas sociales, así que no es fácil decidir cómo votaría.

Algunos impulsan algo llamado “AritmEtica20N”. Argumentan que el problema fundamental es el bipartidismo, y hablan del “PPSOE”. Calculan cuál, de los otros partidos, tiene más posibilidades de quitarles un escaño a los dos grandes, y proponen que toda la gente descontenta vote por éste. El problema es que en muchos casos, sus cálculos dictan que este “voto rebelde” vaya a UPD, de Rosa Díez; la misma candidatura que recibe la bendición del fascista Ynestrillas. O sea que va a ser que no.

Se me ocurre una idea novedosa. Propongo que todo el mundo, desde el más a la derecha hasta el más a la izquierda, vote según lo que realmente crea y quiera.

¿Qué supondría esto en la práctica?

Consejos para votantes de derechas

Empecemos por la derecha. (Mis ejemplos son principalmente de Catalunya pero el argumento tiene validez general).

Si realmente quieres una dictadura que imponga condiciones de esclavitud a la gente trabajadora; si pensar en el gran líder, en el genocidio, etc. te excita… en una palabra, si eres fascista, en Catalunya, al menos, tienes tu opción: PxC. (También mejor que hables con un psicólogo). En cambio, si sólo buscas un discurso xenófobo barato, y no tienes ganas de someterte al nazismo, tienes otras opciones.

Pues para discursos racistas, las mejores opciones (tristemente no las únicas) son el PP y CiU. La complicación es que (igual que para PxC) estos discursos son sólo un medio de conseguir votos para un proyecto que tiene otros objetivos.

Hablando en plata: tu voto debe ir al PP o a CiU si estás a favor de quitarle el dinero a los pobres para dárselo a los ricos; si estás a favor de recortar y privatizar los servicios públicos, así como favorecer los servicios privados para una minoría. (Si CiU consigue suficientes escaños para ser decisivo en el Congreso, tendremos un gobierno del PP que llevará a cabo los mismos ataques… pero que hablará catalán en la intimidad.)

¿Y el PSOE?

Rechazo la etiqueta de PPSOE que algunos mueven por Twitter, etc. El PP y el PSOE no son lo mismo. Gran parte de las bases del PP realmente quieren políticas de derechas, pero la gente que vota al PSOE lo hace porque quieren “justicia social”. Por eso, la propaganda de este partido va en esta dirección, por esto Rubalcaba —imagino que acaba de llegar de alguna isla desierta y no tiene nada que ver con lo que ha hecho el PSOE durante las últimas décadas— hace las declaraciones que hace.

La triste verdad es que la diferencia, en la práctica, entre un gobierno del PP y otro del PSOE es que uno se ríe mientras hace los recortes y el otro pone caras largas y habla de solidaridad y derechos sociales… mientras hace los mismos recortes.

Pero insisto: la enorme mayoría de los votantes del PSOE no quieren eso. Quieren un gobierno que intente traer algo de justicia, que haga frente —de manera moderada, sin excesos— a la derecha y a las grandes empresas. Quieren que los políticos intenten gestionar el sistema actual en interés de la mayoría.

Siguiendo sus ideas, deberían votar a IU, y en Catalunya, a ICV-EUiA. En realidad, esto es lo que buscan estos partidos, o al menos sus direcciones. Intentan aplicar políticas más progresistas desde las instituciones. Lo que no intentan hacer —ni siquiera se lo plantean— es acabar con el capitalismo. Bastantes dirigentes de IU/ICV de cierta edad, seguramente, gritaron lemas revolucionarios en su juventud y/o agitaron una bandera del Che. Pero tras la caída del muro de Berlín, tras la decepción con los sandinistas, tras largos años en los ayuntamientos, los parlamentos autonómicos y, para algunos, el Congreso, todo eso queda muy lejos.

Lo que queda es intentar gestionar de manera honesta, solidaria, lo que hay, olvidándose del socialismo y autogestión (como mucho, este último punto se traduce en organizar asambleas para consultar a las y los vecinos respecto a cómo repartir las migajas).

Así que lo que representan IU e ICV en realidad es lo que buscan los votantes del PSOE, por lo que se merecen estos votos.

¿La izquierda trasformadora?

Pero, ¿y los votantes actuales de IU e ICV? La verdad es que gran parte de ellos sí quieren algo más. Mucho más.

Gran parte de sus votantes son la base activista del movimiento sindical, las personas que luchan porque una huelga general (cuando se llegue a convocar) sea un éxito; son la base de lo que queda del movimiento vecinal (que en muchos barrios lleva a cabo una lucha más que digna contra la xenofobia y por la convivencia); muchas participan actualmente en el movimiento 15M… Lo que pasa es que se han dejado llevar por la idea de que el cambio social fundamental que quieren se puede conseguir con un pie en las instituciones y otro en los movimientos. Aquí hay que hacer una distinción muy importante. Es positivo que haya concejales y diputadas/os realmente de izquierdas. El hecho de poder utilizar la tribuna del parlamento o del ayuntamiento para transmitir el mensaje de las luchas sociales, para denunciar los abusos del sistema, es muy valioso.

Un ejemplo de esto es Christine Buchholz, simpatizante de la corriente internacional de la que forma parte En lucha, y diputada en el parlamento federal alemán por Die Linke. En nombre de Die Linke, hizo una fuerte intervención parlamentaria contra la guerra en Afganistán, y la participación alemana en ella, hasta el punto de que el presidente del parlamento la expulsó; todo el grupo parlamentario (no me acuerdo bien, entre 50 y 80 diputadas y diputados) salió de la cámara. Así actuaron como portavoz del movimiento antiguerra alemán.

Otro es Richard Boyd Barratt, diputado en el parlamento de la República irlandesa por una coalición anticapitalista, y que también pertenece a la misma corriente que En lucha. Fue expulsado del parlamento por un discurso en el que atacaba el enorme gasto público que representaba la visita de Obama, mientras se recortaban los servicios públicos. (No es esencial que te expulsen, pero parece ser un daño colateral asociado a realmente enfrentarte a las medidas gubernamentales, en vez de sólo presentar enmiendas formales). En Catalunya existen las Candidaturas de Unidad Popular, las CUP, que abarcan un poco de todo, pero que incluyen a concejales que hacen llegar la voz de los movimientos a muchos consistorios catalanes.

Hasta aquí bien, pero que un partido de izquierdas participe en un gobierno neoliberal —estatal, autonómico o municipal— no es nada positivo; sólo sirve para debilitar las luchas y/o desorientar a sus propias bases.

La imposibilidad de estar en ambos lados la vimos claramente el 15 de junio de este año, cuando el movimiento 15M sitió simbólicamente al Parlament catalán, el día en que se tenían que votar enormes recortes sociales.

ICV estaba en contra de estos recortes (aunque no deberíamos olvidar que formaba parte del Govern tripartit que llevó a cabo sus propios recortes), pero la cuestión real era otra. El movimiento 15M se plantó fuera del Parlament, para demostrar su rechazo total a las medidas que se iban a votar, siguiendo los dictados del ‘mercado’: es decir de la clase capitalista internacional. Para decirlo aún más claramente, el Parlament catalán —que se supone representa al pueblo de Catalunya— iba a cometer un atentado contra los derechos de este pueblo, porque así lo exigían los multimillonarios que se habían enriquecido con el boom, y que querían seguir enriqueciéndose con la crisis. ¿Cuál era el lugar de la izquierda de verdad? ¿Dentro de la cámara, participando en debates estériles? ¿O fuera, con la gente que realmente se oponía a los recortes, y que defendía una democracia real, no sometida al mercado?

Decidieron entrar, con los demás diputados, bajo la cubertura de una brutal operación policial. ¿Era correcto que alguien (no se sabe quién) le tirase pintura a Joan Boada, de ICV? Muy posiblemente no, pero como ‘violencia’ no era comparable con los brutales golpes que los mossos repartían libremente ese día, o los que hirieron a más de 100 personas el pasado 27 de mayo, en la ‘limpieza’ de la Acampada en Plaça Catalunya… O las palizas que sufrieron no hace tanto tiempo las y los estudiantes anti Bolonia a manos de unos mossos dirigidos por… Joan Saura de ICV.

Aun así, la decisión del movimiento 15M de sitiar el Parlament, y la de ICV de entrar para votar contra los recortes, pueden tomarse como decisiones tácticas, donde las discrepancias son normales.

Otra cosa es lo ocurrido después. Todos los partidos iniciaron una caza de brujas contra el movimiento 15M, o al menos contra las personas que habían participado en la acción ante el Parlament. ICV se sumó a una campaña que tildaba de antidemócratas a las personas que exigían que la voz de la gente tuviera más peso que la de los mercados. Una “campaña contra la violencia”, impulsada por los partidos que envían policías enloquecidos para atacar a manifestantes pacíficos; partidos que, en su mayoría, impulsan las intervenciones militares del Estado español y la OTAN.

Lo más importante es que esta situación vergonzosa —tratándose de un partido que tiene mucha buena gente comprometida con las luchas sociales— no fue simplemente un error. Es la conclusión lógica a la que llegaron al pensar que los cambios pueden conseguirse mediante las instituciones, en vez de con una lucha comprometida contra ellas (con o sin alguna voz allí dentro). Esta última visión, la de una lucha comprometida por un cambio fundamental, sí es la de bastantes militantes y votantes de IU e ICV, pero no es la de estos partidos como tales.

(Reconozcamos de paso que hay diferencias entre IU e ICV: Iniciativa está más marcada por su participación institucional, mientras que en muchos sitios IU tiene una retórica más radical. Sin embargo, la experiencia es que donde IU logra suficientes votos como para participar en la administración, no actúa de manera diferente a la de ICV; pensemos en su colaboración con el PNV. Y el mayor “radicalismo” de IU a menudo consiste en una actitud sectaria e instrumental hacia los movimientos sociales; las y los activistas de ICV que participan en los movimientos —sus cargos electos son otra cosa— suelen mostrar más respeto hacia ellos.)

La conclusión es que las personas que realmente quieren acabar con el capitalismo, que quieren otro modelo de sociedad, deberían votar por una candidatura que defienda esta opción, que es la candidatura “Anticapitalistas”.

¿Anticapitalistas? ¡Pero si no sacarán ningún diputado!

Ojalá los centenares de miles de personas que quieren un cambio radical votasen en consecuencia, con lo cual habría anticapitalistas en el Congreso de los Diputados; me temo que no ocurrirá.

Pero no se pide un voto para la candidatura Anticapitalista por los resultados en escaños. El voto es importante en otro sentido. Siempre hay candidaturas radicales, de partidos con nombres largos y literatura indescifrable, que reciben unos centenares de votos, sin trascendencia. En cambio, si Anticapitalistas recibe decenas de miles de votos en todo el Estado español, tendrá efectos políticos importantes.

Por un lado, será una señal para los demás. El año pasado, el aumento de votos para PxC en las autonómicas contribuyó a hacer girar a los demás partidos hacia la derecha, a pesar de no sacar ningún escaño. De la misma manera, un gran voto anticapitalista obligará a los partidos institucionales a hacer más gestos hacia la izquierda; ya han tenido que hacerlo ante el movimiento 15M.

Más interesante aún, un importante voto anticapitalista será una confirmación clara de que existen esas decenas de miles de personas que buscan un cambio radical. Nos dará más confianza en lo importante, que son las luchas cotidianas, así como en la construcción de los movimientos.

Algunos de IU e ICV dirán “está muy bien que tengáis vuestras ideas, pero estáis quitándonos votos a nosotros, que sí tenemos posibilidades de entrar”. Es un argumento algo deshonesto. IU e ICV se presentan en circunscripciones en las que no tienen posibilidades de sacar un escaño; según su argumento, deberían retirarse a favor del PSOE. Con toda la razón, no lo hacen. Anticapitalistas tiene el mismo derecho a presentar su propia candidatura.

Con la crisis y la actuación reciente del PSOE, IU e ICV deberían conseguir millones de votos. Espero que los consigan, pero si no es así, no será culpa de Anticapitalistas.

Además, mucha gente que votará a Anticapitalistas es gente que de otra manera ni siquiera habría ido a votar. En Catalunya, por ejemplo, es francamente difícil convencer a una estudiante que fue golpeada en las protestas anti Bolonia para que vote por el partido que envió a los mossos. Y como me comentó mi amigo Oscar —número 2 por Barcelona de Anticapitalistas—, en Cornellá, los centenares de votos para la candidatura anticapitalista Des de Baix (DDB) en las últimas municipales no aportaron ningún concejal, pero fueron los justos para que PxC no superase el 5%; sin los votos a DDB, Cornellá tendría un concejal nazi.

De todas maneras, las elecciones son sólo un día. Tras el 20N, seguramente tendremos un gobierno del PP, que incrementará los ataques, y hará falta una respuesta social.

El 20N, las persones de izquierdas que puedan y quieran votar, lo harán, cada una con su papeleta. Pero a partir del 21N harán falta luchas, y en éstas hará falta la unidad entre la gente que ha votado a diferentes opciones, así como con los que por diferentes motivos no han votado. Esto es lo más importante.

En estas luchas, también tendremos que buscar maneras de impulsar la unidad de la izquierda anticapitalista, más allá de una candidatura unitaria. En ello tendremos que trabajar.

Pero en estos últimos días, hablemos un poco del voto.

Para resumir, vota por lo que quieres y crees.

Si eres fascista y te gusta que te roben, vota a PxC. Si no, no lo hagas.

Si te encanta el sistema actual, con los recortes y los miles de millones de Euros para la banca, vota por uno de los partidos que impulsan estas políticas.

Si quieres cambios dentro del sistema, vota por IU/ICV.

Si quieres luchar por otra sociedad, acabando con el capitalismo, te toca votar a Anticapitalistas.

Esto es para el 20N, en las urnas. Y el 21N, juntas y juntos, en la calle.



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