Capitalismo y anticapitalismo

Artículo aparecido en En lucha No 57, diciembre de 2000

Hace diez años, la prensa dio por sentado que el sistema funcionaba básicamente bien. La caída del muro de Berlín y de la URSS habían abierto el camino al progreso, bajo el poder benévolo del mercado. De quedar problemas, éstos se irían solucionando con el juego de la oferta y la demanda, y con más liberalización.
Hoy, muchos defensores del sistema siguen intentando vendernos el mismo mito. Pero donde, hace diez años, había aceptación del mercado, incluso entusiasmo por él, ahora hay millones de personas que ven que esta década ha traído más desigualdad, más injusticias, más pobreza.

Desde Chiapas hasta Praga, desde Seattle hasta Niza, hay un nuevo movimiento anticapitalista.


Este anticapitalismo se ha visto en la calle, a la vez que se ha visto un desarrollo impresionante de las ideas críticas, de las denuncias al sistema, que promueven y analizan la lucha contra el capitalismo. Ya es habitual que las movilizaciones internacionales vayan acompañadas de contracumbres, donde diferentes pensadores anticapitalistas hablan ante miles de personas, desarrollando las ideas de esta nueva oposición.

¿Cuáles son estas nuevas ideas anticapitalistas? Aquí reproducimos unas muestras de algunos de los pensadores más destacados.

Consideramos tanto sus denuncias al sistema, como sus propuestas para cambiarlo.

Las ideas anticapitalistas
La denuncia del sistema
La reforma soñada
La revolución ausente
Más que mosquitos
Fuentes

Las ideas anticapitalistas


Por falta de espacio, se han tenido que recortar las citas (evitando cambiar el sentido). Al final del artículo hay una lista de las fuentes, para los que quieran consultar los textos íntegros (algo que recomendamos).

Ignacio Ramonet
Nuevo Siglo, en Le Monde Diplomatique (edición mexicana), enero 1999

¿Cuáles son, en la víspera de un nuevo siglo, las principales características del planeta?

En Estados Unidos hay 45 millones viviendo por debajo del umbral de la pobreza y 52 millones de iletrados. En el seno de la opulenta Unión europea, en el momento del nacimiento del euro, hay 50 millones de pobres y 18 millones de desempleados.
A escala mundial, la pobreza es la regla y la holgura la excepción. Las desigualdades se han convertido en una de las características estructurales de nuestro tiempo. Y éstas se agravan, alejando cada vez más a los ricos de los pobres. Las 225 fortunas más grandes del mundo representan un total de más de mil millardos de dólares, es decir el equivalente al ingreso anual del 47 por ciento de los más pobres de la población mundial (de 2,5 mil millones de personas).
Actualmente los individuos son más ricos que los Estados: el patrimonio de las 15 personas más afortunadas supera el PIB total del conjunto del Africa subsáhara.
Las ganancias de General Motors son superiores al PIB de Dinamarca; las de Exxon-Mobil superan al PIB de Austria. Cada una de las 100 principales empresas globales vende más de lo que exporta cada uno de los 120 países más pobres del planeta. Estas firmas controlan el 70 por ciento del comercio mundial. Los dirigentes de esas empresas y los de los grandes grupos financieros y mediáticos ostentan la realidad del poder y, a través de sus poderosos lobbies, ponen todo su peso sobre las decisiones políticas.

Eduardo Galeano:
La monarquía universal

Ya se desmoronó la cortina de hierro, como si fuera de puré, y las dictaduras militares son una pesadilla que muchos países han dejado atrás. ¿Vivimos, pues, en un mundo democrático?

La palabra democracia significa "gobierno del pueblo". Y la realidad del mundo de nuestro tiempo se parece, más bien, a una poderocracia: una poderocracia globalizada.

En la época del esplendor democrático de Atenas, una persona de cada diez tenía derechos ciudadanos. Las otras nueve, nada. Veinticinco siglos después, es evidente que a los griegos se les iba la mano con la generosidad.

Ciento ochenta y dos países integran el Fondo Monetario Internacional. De ellos, 177 ni pinchan ni cortan. El Fondo Monetario está en manos de los cinco países que tienen el cuarenta por ciento de los votos: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Gran Bretaña. Los votos dependen de los aportes de capital: el que más tiene, más puede. Veintitrés países africanos suman, entre todos, el 1 por ciento; los Estados Unidos disponen del 17 por ciento.

El Banco Mundial, hermano gemelo del FMI, es más democrático. No son cinco los que deciden, sino siete.

En la Organización de las Naciones Unidas, los Estados Unidos comparten el poder de veto con Gran Bretaña, Francia, Rusia y China: los cinco mayores fabricantes de armas, que a Dios gracias velan por la paz mundial. Los demás países tienen la posibilidad de formular recomendaciones, que eso no se le niega a nadie.

En la Organización Mundial del Comercio, todos los países pueden votar en igualdad de condiciones; pero jamás se vota. Las resoluciones de la OMC se toman por consenso y a puertas cerradas, que si no recuerdo mal era el sistema utilizado por las cúpulas del poder estalinista, para evitar el escándalo de la disidencia, antes de la victoria de la democracia en el mundo.

Marcos:
7 piezas sueltas del rompecabezas mundial

Una de las falacias neoliberales consiste en decir que el crecimiento económico de las empresas trae aparejados un mejor reparto de la riqueza y un crecimiento del empleo. Pero no es así. De la misma forma en que el crecimiento del poder político de un rey no trae como consecuencia un crecimiento del poder político de los súbditos (antes al contrario), el absolutismo del capital financiero no mejora la distribución de la riqueza ni provoca mayor trabajo para la sociedad. Pobreza, desempleo y precariedad del trabajo son sus consecuencias estructurales.

Más seres humanos pobres y más empobrecidos, menos personas ricas y más enriquecidas... Para lograr este absurdo, el sistema capitalista mundial "moderniza" la producción, la circulación y el consumo de las mercancías.
Pero la "modernidad" neoliberal parece más cercana al bestial nacimiento del capitalismo como sistema mundial, que a la "racionalidad" utópica. La "moderna" producción capitalista sigue basada en el trabajo de niños, mujeres y trabajadores inmigrantes.

El reordenamiento de los procesos de producción y circulación de mercancías y el reacomodo de las fuerzas productivas, producen un excedente peculiar: seres humanos que sobran, que no son necesarios para el "nuevo orden mundial", que no producen, que no consumen, que no son sujetos de crédito, en suma, que son desechables.

Noam Chomsky:
Pasión por los mercados libres, Z Magazine, mayo 1997

Las consecuencias que se esperan de la victoria de los "valores norteamericanos" en la OMC son: 1) una "nueva herramienta" de largo alcance para la intervención de EE.UU. en los asuntos internos de otros países; 2) la transferencia de un crucial sector de las economías extranjeras a corporaciones con base estadounidense 3) beneficios para ciertos sectores de negocios y para los ricos; 4) transferencia de costos hacia la población en general; 5) armas nuevas y potencialmente poderosas contra quienes amenazan a la democracia.

El mundo que EE.UU ha intentado "crear a su imagen", a través de instituciones internacionales, es un mundo basado en la ley de la fuerza. La "pasión americana por el comercio libre" implica que el gobierno de EE.UU pueda violar los acuerdos comerciales como se le antoje. No hay problemas cuando las comunicaciones, las finanzas y las reservas alimenticias son transferidas a grandes corporaciones extranjeras (generalmente norteamericanas). Las cosas son diferentes, sin embargo, cuando los acuerdos comerciales y la ley internacional interfirieron con los proyectos de los poderosos.

El principio es que EE.UU. está exento de la interferencia de la OMC en sus leyes, así como es libre de violar las leyes internacionales según su deseo; exclusivamente, aunque el privilegio puede extenderse a sus Estados clientes si las circunstancias lo requieren. Otra vez, los principios fundamentales del orden mundial resuenan fuertes y claros.

La denuncia del sistema


Son denuncias así las que animan a los miles de anticapitalistas en sus movilizaciones.

En esta breve muestra tenemos a Ramonet, un respetado periodista de una influyente revista, a Galeano, un escritor famoso, a Marcos, el conocidísimo dirigente de los zapatistas, y a Chomsky, el más influyente lingüista vivo.

Estos, y varios pensadores más, utilizan sus conocimientos, y sus habilidades como escritores, para dejar al desnudo la hipocresía extraordinaria de los defensores del "libre mercado".

Hacen una denuncia del sistema, basada no sólo en la ética, sino en cifras precisas y datos concretos. Han logrado traer a la luz pública, por ejemplo, la comparación obscena entre la riqueza de unos centenares de multimillonarios, por un lado, y la pobreza de miles de millones de personas, por el otro.

Es sorprendente la interrelación entre ellos; Marcos cita a Ramonet (por increíble que sea, parece que Le Monde Diplomatique le llega a la selva Lacandona), Galeano le escribe cartas a Marcos. Los unos aprovechan y aplican los datos descubiertos por los otros.

Su compromiso con las luchas contra el sistema, y sus denuncias de la injusticia, ofrecen un servicio de valor incalculable a los movimientos anticapitalistas.
Sin embargo, hay un desfase entre las críticas durísimas que se hacen al sistema, demostrando cuan lejos está de representar a los intereses de la mayoría de la humanidad, y las propuestas de cambio que algunos de estos mismos pensadores hacen.
Muchas veces, las mismas movilizaciones que ellos animan tienen una lógica que va mucho más allá que las soluciones que proponen.

La reforma soñada


Susan George es una luchadora incansable contra las injusticias del mundo, y lleva desde los años 60 denunciando el peso de la deuda externa sobre los países pobres. Sabe más que nadie qué han hecho el FMI y el Banco Mundial. Escribe: "En el campo de las finanzas internacionales, la justicia no sólo no existe sino que se premian los crímenes colectivos: los grandes especuladores o los mafiosos son los primeros en ser atendidos en los planes de «salvamento» del Fondo Monetario Internacional (FMI)."

Cuanto más sorprendente, entonces, es su afirmación: "El Banco Mundial, cuyos profesionales son competentes en general, podría desempeñar un papel útil mediante la vigilancia de las remesas de deudas y ayudando a sus países clientes a reforzar sus sistemas de educación, de sanidad y de protección al medio ambiente." (Le Monde Diplomatique, edición mexicana, enero 1999.)

Esta actitud no es la excepción. Isabelle Grunberg, en su artículo "¿Qué hacer con el FMI?", escribe: "conviene modificar sus estructuras de decisión para darle una base más amplia... Los programas de ajuste estructural (y otros) deberían evaluarse en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas o en su Consejo Económico y Social, si no ex ante [antes], sí al menos cuando se manifiestan sus repercusiones.".

Puede parecer mentira, después de unas explicaciones tan explícitas sobre cómo funciona el mundo -y del papel predominante de los Estados Unidos por un lado, y de las grandes empresas por otro- suponer que cambios institucionales en el FMI podrían cambiar la situación (hay un análisis crítico de esta idea de S. Oliete y D. Karvala, "FMI y BM: Matones del imperialismo", en En lucha julio/agosto del 2000.)

Las movilizaciones de Praga discreparon de la idea de reformas específicas, de una forma mucho más contundente. La lógica de las y los manifestantes, lejos de buscar cambios limitados institucionales en el FMI y el Banco Mundial, iba en la dirección de acabar con ellos totalmente, y en esto tenían razón.

Los miles de activistas anticapitalistas, inspirados por los análisis de los pensadores anticapitalistas, buscamos soluciones más radicales que las propuestas por muchos de estos mismos intelectuales.

La revolución ausente


La dinámica real de las movilizaciones masivas es la de insurrección popular, la de derribar a todo el sistema.

Si alguien lo duda, sólo hace falta mirar las luchas en Serbia, donde las manifestaciones masivas lograron echar al dictador Milosevic, abriendo así una época de revolución, cuyo final todavía no está escrito.

Sorprende, entonces, que la idea de revolución esté casi ausente en los más conocidos pensadores anticapitalistas. Esto no es sólo el caso de los que se podrían describir como "académicos", sino que incluso unos luchadores tan intachables como el Subcomandante Marcos y el EZLN se desmarcan de la lucha por el poder.

Según su Cuarta Declaración de la Selva Lacandona "queremos no el poder sino la democracia, la libertad y la justicia para nosotros y nuestros hijos". Más claramente aún, Marcos explica: "Las organizaciones políticas, sean partidos de derecha, centro, izquierda o populares y revolucionarios, buscan el poder (...) Nosotros no (...) Nosotros queremos participar directamente en las decisiones que nos atañen, controlar a nuestros gobernantes, sin importar su filiación política, y obligarlos a «mandar obedeciendo». Nosotros no luchamos por tomar el poder; luchamos por democracia, libertad y justicia (...) proponemos (...) la construcción de una práctica política que no busque la toma de poder sino la organización de la sociedad." (Comunicado de 30 de agosto de 1996.)
Está bien que ni el EZLN ni Marcos quieran el poder para ellos mismos, pero parece que están en contra de la idea de una toma de poder por parte de los trabajadores y los campesinos. ¿Por qué?

La clave de esto nos la da Fernando Mires, un académico latinoamericano, en un escrito publicado por la web ALAI:

"La idea del socialismo fue destruida por los propios socialistas (...) No deja de ser paradoja que los principales enemigos del llamado proyecto neoliberal aparezcan hoy defendiendo, muchas veces sin saberlo, supuestos de la propia democracia liberal. ... Sería bueno, al fin, que los revolucionarios de ayer lo sepan: aquello que hoy defienden es un proyecto de restauración liberal." (Liberalismo contra liberalismo, ALAI 8/8/2000)

Para Marcos, y para muchos otros de estos pensadores, el lenguaje de revolución, socialismo, y clase trabajadora está envenenado por la experiencia de la URSS. Marcos mismo escribe que los efectos de la Guerra Fría "acabaron por fundir al campo socialista como sistema mundial, y lo diluyeron como alternativa social." (7 piezas sueltas del rompecabezas mundial).

La experiencia de Serbia, otra vez, nos demuestra que la revolución no tiene nada que ver con la pesadilla del estalinismo, sino que representa totalmente lo contrario; la posibilidad de una liberación real.

Más que mosquitos


Muchos activistas que se resisten a hablar de revolución, también intentan evitar la alternativa propuesta por Mires, la de admitir que el objetivo es simplemente una democracia liberal. En vez de esto, mantienen una actitud de permanente oposición, la de ser los que molestan o pican a los que tienen el poder.

Se utiliza el ejemplo del mosquito: "Si piensas que eres demasiado pequeño para hacer una diferencia, intenta dormir con un mosquito."

Esta idea anima a mucha gente, mostrando que sí pueden hacer algo, ayudándoles a superar la sensación de impotencia.

El problema es que se subestima nuestro poder y se subestiman los objetivos. Después de todo, el mosquito no se plantea reemplazar al amo durmiente, sino sólo molestarle, y si se pasa con las picadas, el amo saca el esprai y ahí se acaba.
Tenemos que verlo de otra manera. Si el amo puede dormir, es porque tiene una cama construida por nosotros. Si puede desayunar cuando se levanta, es porque la comida se la ponemos nosotros. No somos unos insectos observando como lleva su vida, sino que somos nosotros los que le permitimos vivir. Y aquí está la clave.

Si para molestar, basta con unos pocos, ligeramente conectados; para ejercer nuestro poder, para echar al amo de la casa que le hemos construido nosotros, tenemos que coordinarnos mucho más fuertemente. Como en los dibujos animados, los insectos pueden formar un puño, y dar un fuerte golpe. Pero esto necesita de organización -para poder formar el puño- y debate y democracia -para llegar a un acuerdo en cuanto a cómo, cuándo, y dónde le damos-.

Socialismo o Barbarie

Hace un siglo, Rosa Luxemburgo dijo que las opciones ante la humanidad son socialismo o barbarie. Las críticas que se hacen, con tanta contundencia, nos demuestran que la barbarie no está lejos. Cuanto más urgente, entonces, se vuelve la otra opción.

No podemos conformarnos con ser la oposición permanente, aceptando que el capitán del Titanic mantendrá el poder -con o sin nuestra vigilancia- mientras el barco nos lleva hacia el desastre.

La realidad del mundo es que, o acabamos con el capitalismo, o el capitalismo acabará con nosotros.

En esta tarea, las denuncias de los pensadores anticapitalistas son de una enorme utilidad. Pero, si queremos acabar con los males que ellos denuncian, y contra los cuales luchamos, el movimiento anticapitalista tendrá que decir claramente que lo que necesitamos, lo que buscamos, no es retocar, más o menos ligeramente, al sistema, sino acabar con él.

Y para conseguir una sociedad nueva, realmente democrática y humana, llámese o no socialista, tendremos que aclarar más nuestras ideas y nuestra organización, para que sean coherentes respecto a este objetivo. Es un proceso que ha empezado, pero en el que todavía queda bastante por hacer.

Fuentes


Fórum Social Mundial> El FSM se reunirá del 25 al 30 de enero del 2001, en Porto Alegre, Brasil: http://www.forumsocialmundial.org.br
Le Monde Diplomatique> Revista mensual, con edición española. La edición mexicana tiene una página web, con algunos artículos. http://www.monde-diplomatique.fr/mx/index.html
Libro Geopolítica del caos, Temas de debate, 1999.
Eduardo Galeano> http://civitatis.com/internet/veaylea/galeano
Eduardo Galeano, Ser como ellos y otros artículos, Siglo Veintiuno de España Editores, Madrid, 1992.
Marcos y el EZLN> http://www.ezln.org o diferentes libros
ALAI, América Latina en Movimiento> http://alainet.org
Tienen un archivo excelente de escritos, sobre todo de América Latina.
Noam Chomsky> Existen basantes libros suyos en castellano, por ejemplo Lucha de Clases. En Internet,http://www.zmag.org/Spanish/0003mark.html
Rebelión> http://www.rebelion.org

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